La madera laminada cruzada, o madera contralaminada o CLT, es hoy una realidad de como las nuevas tecnologías aplicadas a la madera pueden producir un material de construcción que puede sustituir al omnipresente hormigón. En el siguiente artículo repasamos algunas de sus propiedades y los beneficios que puede aportar al sector.
En primer lugar vamos a analizar las diferencias entre la madera laminada y la madera laminada cruzada (CLT). Si la madera laminada proviene de la unión de láminas de madera para conformar una única unidad estructural, siempre lineal; el CLT es el resultado de la unión de tablas en capas perpendiculares, dando como resultado placas o muros. Estos muros de contrachapado permite levantar alturas de entre 2,40 y 4 m., pudiendo llegar a largos de 12 m.
Además, al disponer de una orientación en cruz de las capas longitudinales y transversales, los grados de contracción y dilatación de la madera son mínimos, mejorando la estabilidad y la carga estática.
Y para poder manejar semejantes volúmenes con mayor facilidad, las planchas se cortan en piezas que permitan un desplazamiento por carretera más cómodo.
Otra característica a tener en cuenta es el impacto ambiental del CLT. Este es un factor importante en la construcción de estructuras hoy en día y, aunque el origen austriaco del CLT fue para la reutilización de madera de poco valor, la madera se ha convertido en material prioritario.
Frente al hormigón, la huella medioambiental de la madera habla de que por cada m3 de hormigón se emite una tonelada de CO2 a la atmósfera, mientras que en el uso de CLT podemos hablar de “carbono secuestrado” ya que los árboles reciben el carbono para su crecimiento. Y la energía utilizada durante su realización nunca igualará al carbono “secuestrado”.
La resistencia estructural del CLT es similar a la del hormigón, y su grado de flexibilidad es muy alto, requiriendo grandes deformaciones para colapsar y romperse, algo que no permite el hormigón. Otro factor es el peso, mientras que 1 m3 de hormigón pesa 2,7 toneladas aproximadamente, el CLT anda por los 400 kg, con la misma resistencia. Igualmente con el acero.
Si hablamos de las propiedades físicas, para obtener el mismo aislamiento de un muro de 100 mm. de espesor de CLT haría falta un muro de hormigón con un espesor de 1,80 m. La relación es de 1/18.
Entre las propiedades de los materiales de construcción, el fuego debe ser tenido en cuenta. Y en este caso, en la madera el fuego avanza entre 0,7 y 0,8 mm. por minuto. Es decir, para consumir un muro de 100 mm. de CLT se necesitarían más de 2 horas, aunque hablemos de madera no tratada. Se trata de un proceso de carbonización como reacción natural que utiliza el árbol como autoprotección.
Y si hablamos de incendios, la principal causa de muerte de personas es la inhalación de humo, que encuentra en rendijas y espacios libres el medio de propagación entre diferentes materiales.
Si nos encontramos con un CLT construido correctamente, podría llegar a ser una estructura completamente hermética, y por ello es muy importante que los elementos que vayan a participar en la estructura final (herrajes, uniones, sellos…) sean seleccionados adecuadamente. La resistencia final de una construcción con CLT es en un 90% responsabilidad de los herrajes y uniones, y un 10% de la madera.
Por último, las condiciones ambientales donde va a situarse la estructura final son un factor muy importante. Y es sabido que la madera expuesta al exterior sufre, y al ser el CLT utilizado estructuralmente, la protección frente a la corrosión, el desgaste o el colapso es necesaria. Y para ello se pueden agregar nuevas capas de revestimiento sobre el mismo, como son fibrocementos, piedra, ladrillos…
Si la finalidad es dejar el CLT al aire, las protecciones con aceites vegetales (para interior) o las pinturas minerales (para exteriores, especialmente muros) son efectivas, aplicadas cada 5 años y con una garantía de 25 años de protección sin decolorarse ni desprenderse.
Fuente: Plataforma Arquitectura