La mayor parte de la población vive en entornos urbanos. Esta es una tendencia que se mantienen desde hace ya mucho tiempo, y esto conlleva que cada vez más nos encontramos a mayor distancia de nuestros orígenes, la naturaleza. Y es este entorno urbano el que debido los materiales empleados en la construcción tanto de edificios como en la urbanización de las calles, sumados a las ondas electromagnéticas, además de la inevitable contaminación del aire, nos provoca afecciones tanto en el sistema respiratorio como el nervioso, amén de otras dolencias.
Otro factor que suma el vivir en entornos urbanos, es el de la velocidad. Todos vamos estrellados, con múltiples responsabilidades sobre los hombros, en muchas ocasiones con mala alimentación y una forma de vida no saludable.
Como seres humanos venimos de una vida rodeada por la naturaleza. Nuestros ancestros vivían en pequeñas construcciones, realizadas con materiales obtenidos de la naturaleza que les rodeaba, alimentándose de lo que obtenían en su entorno, y por supuesto respirando aire limpio, libre de contaminación.
Somos naturaleza y la necesidad recíproca entre ella y nosotros se mantiene. Bastaría con acercarnos al campo de vez en cuando, pero tenemos dificultades para sacar tiempo más a menudo de lo que desearíamos. Esto sería una buena solución, que podría suponer un gran beneficio para nuestro cuerpo, respirar aire limpio y eliminar el estrés urbano.
Pero también existen soluciones posibles, una de ellas es rodearnos de madera. Vivimos en edificios que nos protegen del exterior, pero muchas veces no somos conscientes de la exposición a productos contaminantes y ambiente no saludable dentro de nuestras casas. En muchas ocasiones más perjudicial que si viviéramos al aire libre.
La madera es uno de los materiales utilizados en construcción que provienen más directamente de la naturaleza, no hay que olvidar que son parte de los árboles. Existen numerosos estudios que relacionan la madera con un beneficio para la salud, tanto en el plano físico como en el psicológico. Esto es así puesto que el contacto con la naturaleza, en este caso la madera, lleva a reducir la presión sanguínea, bajar el ritmo cardíaco, disminuir la agresividad y, por contra, aumenta la concentración y la creatividad.
La madera es un material que no transmite radiación. Al ser un material poroso permite la ventilación de los espacios que habitamos, manteniendo el aire limpio. Lo hace incluso en ambientes nocivos en los que haya presencia de gas radón.
Otra particularidad es que es un material higroscópico, es decir, regula la humedad ambiental. Esto repercute directamente en beneficios para las vías respiratorias, además de reducir el riesgo de irritación de las mucosas y la presencia de gérmenes.
La baja conductividad térmica también es un factor relevante, manteniendo una determinada temperatura interior, independiente de la exterior. También apantalla los campos electromagnéticos estáticos. Al vivir rodeados de tecnología, estos campos (invisibles a la vista) nos influyen, y la madera contribuye a mitigarlos, permitiendo una mejor salud y calidad del sueño.
En último lugar, pero no por ello menos importante, es el factor estético. Ofrece una amplia variedad de texturas, colores, dibujos… y siempre que vemos algo hecho con madera, la tendencia es a alargar la mano y tocarla, su calidez y textura “absorben” automáticamente parte de nuestra carga negativa.
Por todo ello, la madera supone un beneficio directo para la salud tanto física como emocional de las personas. Estudios que lo demuestran hay muchos, pero destacable es el estudio realizado por la Universidad de Columbia Británica y FPInnovations en el que la existencia de una relación entre la presencia de madera en el entorno y la salud humana queda demostrada.